martes, 15 de noviembre de 2011

El Tiemblo: Casillas y El Castañar

El pasado domingo 13 de noviembre volvimos a hacer una nueva escapada fuera de nuestra hipertransitada comarca torrijeña. El lugar, las primeras estribaciones de la Sierra de Gredos Oriental. A los pies de ellas El Tiemblo, lugar de partida y cuna de grandes ciclistas nacionales.

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En esta salida nos reunimos 16 ciclomontañeros con ganas de pasarlo bien, pero también de sufrir y disfrutar de las espectaculares vistas que nos ofrece la zona en estas fechas otoñales.



Partimos del Hotel Toros de Guisando situado en la misma travesía del pueblo, justo en la entrada. Rodamos brevemente por la carretera para girar a la izquierda siguiendo las indicaciones de los carteles que nos dirigen hacia "El Castañar".

Callejeamos hasta llegar a un puesto de control que obliga a pagar unas tasas de acceso para los vehículos y viandantes, no así para los ciclistas; que pasamos de forma gratuita.

En estos primeros kilómetros nos hemos juntado con otro grupo de la localidad de Pinto haciendo un pelotón de casi unos 30 bikers. Charlamos brevemente sobre nuestros objetivos del día de hoy y pronto avanzamos sobre ellos.

Estamos ascendiendo desde el primer momento por una pista asfaltada con una pendiente muy suave, que nos permite entrar en calor a pesar de la encapotada jornada que nos esperaba. A la izquierda de nuestro ascenso discurre el arroyo de la Yedra que da nombre a la garganta por la que transitamos; podemos incluso hasta divisar el bonito embalse de la Hinchona, abajo de un respetable precipicio.

Vamos sentido sur, si giramos la vista hacia la derecha deberíamos observar el alto de la Cabeza de la Parra (1639msnm), pero no conseguimos ver puesto que el día es cerrado y las nubes se agarran en la zona alta de la ladera.

De pronto, el asfalto desaparece y continuamos por una buena pista forestal bien compactada que mantiene el porcentaje de ascenso desde el inicio de la subida. Esta pista es compartida con los coches de senderistas que van en busca del parking de "El Castañar".

Pronto, en una revuelta a la altura del arroyo de los Corralejos, nos desviamos de la pista inicial y tomamos un nuevo camino que sale a la derecha. La pendiente asciende de forma notable en un principio pero poco a poco comienza a suavizar, aunque nunca sin dejar de sumar desnivel.



Este cambio nos hace tomar sentido norte. La pista sigue siendo ancha y, aunque en buen estado, tiene algunas zonas menos firmes que la anterior. Sobre ella podemos ya observar de forma significativa la altura que hemos tomado. En puntuales momentos donde el pinar se abre podemos divisar hacia el este, a la derecha de nuestra marcha, el pantano de San Juan.

Al rato llegaremos a una encrucijada de caminos que tomaremos a la izquierda, obligándonos a realizar otra revuelta que nos situará rumbo sur de nuevo. Esta revuelta se hace con un desnivel un poco más serio pero, tras ella, continuamos con un cómodo ascenso faldeando la ladera.

Llevamos ya unos kilómetros de ascenso y todos vamos más o menos agrupados. Los veteranos nos comentan que lo peor está al final y que para poder llegar a lo alto de la primera cima, debemos subir con cabeza, guardando fuerzas para ese último tramo.

Estos kilómetros de ascenso íbamos pues controlando el esfuerzo, sobre todo el de Nico. Nuevo "león" de la manada del que todos temíamos sufriese más de lo debido en la jornada de hoy. Un chaval joven con potencial, pero al que aún le queda mucho por rodar y aprender. En el ciclismo la cabeza es un factor muy importante que a la gente joven le cuesta controlar. Valentín le hizo la subida cómoda, regulándole su esfuerzo, con consejos de veterano. Adolfo subía y bajaba del grupo controlando al resto de los componentes. David marcaba los desvíos una y otra vez. Tomás y yo parábamos de vez en cuando a tomar alguna instantánea. El resto del grupo unido.

A la izquierda aparecían numerosos cortafuegos que descendían vertiginosamente hasta la cota más baja de la garganta. Esta zona limpia de pinar nos regalaba espectaculares vistas sobre el horizonte. Mientras unos parábamos a inmortalizarlas otros más adelante recuperaban líquido en alguna de las fuentes del camino.


Cada vez estábamos más cerca del techo nuboso que divisábamos en el inicio de ruta, allá por las alturas.

De repente una voz firme y tenaz grita “¡A la derecha!”, algunos acompañan extendiendo el brazo hacia esa dirección, recordando la voz imperativa mientras que giramos bruscamente un ángulo de 90º que nos hace despedirnos definitivamente de la llevadera pista forestal.

Aquí estaba lo serio. Prieto, en la mañana del día anterior, me indicó detalladamente la ruta. Pero nunca te haces la idea real hasta que lo sufres en tus piernas. Comenzaba una guerra individual. Cada uno solo con sus propias fuerzas y técnica enfrentado a unas rampas de porcentajes del 18% y un suelo que cada vez se iba rompiendo más y más.

“¡Tú sube haciendo zigzag en el propio camino!”- me resonaba en la cabeza las palabras de consejo del día anterior. Y no es que le hiciese caso en el aspecto físico, es que el camino requería una técnica tal que te obligaba zigzaguear y estar completamente concentrado en el firme, si no querías echar pie a tierra.

Para más "inri", habíamos llegado a la cota de niebla, que hacía si cabe, más épica la subida. Solo entre la niebla, sin poder ver al resto de compañeros. Apenas 10 metros de visibilidad que particularmente me permitía únicamente ver la rueda del compañero que me precedía. Los pinos habían dejado paso a los robles, árboles estos de hoja caduca que se encontraban escuálidos, dándonos una imagen más tétrica de este lugar.

Las tres primeras y bonitas revueltas de este camino las hice por delante del grupo, pero poco a poco, Tomás, Javi, David y Adolfo fueron tomando posiciones adelantadas. Por detrás no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

Concentrado en no “penalizar” oí a Tomás decir “¡Coño, un caballo!” Levanté la vista miré a un lado y a otro y me encontré un precioso caballo a mi derecha observándonos, que aparecía de entre las nieblas como un fantasma. Estos dos segundos de desconcentración nos pudo costar muy caro. Tomas hizo un trazo incorrecto que tuvo que rectificar para no caer por la ladera, yo me había pegado excesivamente a él, y sus movimiento y mi cercanía pudieron terminar con nuestros huesos en el suelo. Afortunadamente conseguimos mantener el equilibrio y continuar nuestras pedaladas, por estas difíciles y duras rampas.

David nos avisaba que la dureza amainaba en el momento de llegar a una casa forestal. Allí nos esperó, retomamos el aliento y continuamos el ascenso, notablemente más liviano en sus últimos 600m.

Así pues conseguimos hacer cima en el prado de Cuatro Manos. Nombre muy apropiado y acertado para esta subida… A la derecha Cabeza la Parra y a la izquierda el pico del Mirlo. Ambas cimas que no pudimos divisar, quedarán pendientes para próximas expediciones.


Esperamos a la reunificación de todos los compañeros. Unos sobre la bici y otros acompañándola. Es una subida muy difícil, tanto a nivel físico como técnico.

Sin más demora, porque el ambiente era muy ventoso y húmedo, iniciamos el descenso. Sin darnos cuenta nos adentramos en el Parque Protegido del Valle de Iruelas por un camino prohibido para el tránsito rodado a motor.

Descenso vertiginoso con pendientes del 24% que nos obligan a mantener una buena técnica también de bajada, con mucha precaución, manteniendo el trasero hacia atrás que nos impida salir por delante de la bicicleta en caso de un movimiento o frenazo bursco.

El camino sale a una pista forestal, de nuevo reagrupamos y continuamos el descenso; ahora mucho más sencillo que nos permite disfrutar de unas vistas más lejanas. Rodamos por el Valle de Iruelas, inundado por cantidad de robles con tonalidades cromáticas apasionantes en esta época; al fondo el embalse de El Burguillo. Paramos en una fuente para poder reponer líquidos y aprovechamos a sacar alguna foto.

Un poco más adelante, la pista nos saca al conocido camino del Pto. de Casillas, zona de níscalos que es aprovechada en esta época para su recolección. En este punto comenzamos la segunda subida de la jornada, mucho más suave y corta que la primera. Pero en la que podía pasar factura si no se habían regulado bien las fuerzas en el ascenso anterior.


Así pues, me puse a la altura de Nico, que había subido mucho mejor de lo que todos esperábamos. Pensaba en las palabras de Adolfo en las que me recordaba que la primera subida se puede hacer con un gran esfuerzo pero que si nos excedíamos en ésta, las dos posteriores podían ser un desastre a pesar de ser mucho más sencillas. Por tanto, me coloqué junto a Nico para hacerle la subida. Nos cruzamos con varios grupos de personas haciendo senderismo. Más pendiente de nuestro nuevo león que de todo lo que nos rodeaba conseguimos hacer cima en el Pto de Casillas. A la izquierda con cima del Mirlo y la derecha de el cerro Escusa, a los que tampoco pudimos divisar.

Allí nos esperaba el grupo; unos tomando líquido, otros comida, otros simplemente aire y alguno mosqueado con su “GPS diesel” por el tema de la correcta altimetría…

Iniciamos el descenso por una muy buena pista por la que me atreví a poner a prueba los frenos de mi bici, tal vez arriesgando más de lo debido. La pista pasó a tener un firme asfaltado lo que permitió aumentar la confianza en el agarre de la goma con la nueva cubierta para invierno.

La vegetación había cambiado por completo. Estábamos en la ladera sur y por fin aparecían los preciosos castaños con sus enormes hojas y sus originales frutos.

Al llegar a la ermita de…. Nos desviamos a la izquierda para continuar el descenso por la pista asfaltada cerrada por la cantidad de castaños que abundan en esta zona. Una auténtica serpiente rojiblanca veloz en busca del pueblo de Casillas. Aprovechamos la ventaja tomada en el descenso para grabar un vídeo de todos los compañeros realizando esta bajada.


Una vez en el único pueblo que transitaríamos en toda la ruta; tomamos cafés y refrigerios. Una buena pulga de jamón serrano y la tapita de las típicas patatas machaconas del lugar.

Callejeando por el pueblo observamos la cantidad de cooperativas de castañas que emergen por estos lugares. Sin darnos cuenta nos presentamos ante un tramo en curva de unos 50 metros con el mayor desnivel que jamás haya ascendido con la bicicleta. Resultaba realmente difícil mantener el equilibrio sobre ella a pesar del buen estado del firme hormigonado y es que, como diría el compañero bloguero Zinatzli “¡¡¡El hormigón no engaña!!!”.

Salimos así por el camino de Casillas en busca del collado que nos dejaría de nuevo en el valle de la garganta de la Yedra. Ascenso por un denso castañar asfaltado de inicio con pendiente suaves pero que ya queman en nuestras piernas.

El camino asciende pero gira a la derecha y nosotros tomamos de frente para rodar por un paraje de continuo subeybaja muy bonito y divertido de densa vegetación, que motiva los ánimos y nos hace aumentar el ritmo.


Este tramo acaba con una fuerte pendiente de apenas 20 metros que nos deja en lo alto de la tercera y última cima. Ya solo quedaba descender hasta El Tiemblo, 14 kilómetros de propina que nos habíamos ganado a pulso durante toda la jornada. Tocaba ahora disfrutar y relajarse respecto al esfuerzo, que no a la atención, porque transitaríamos por la zona mas senderista de todo el recorrido; el famoso Castañar de El Tiemblo.


Las hojas cubrían literalmente el suelo, la humedad y la desconfianza de lo que hubiese bajo ellas nos obligaba a trazar la rodada con cuidado. Salimos a una pequeña pradera para tomar el bucólico camino paralelo al arroyo de la Yedra que no guía hasta el centenario e imponente castaño “El Abuelo”. De aquí y tras las oportunas fotos continuamos el descenso entre las hojas hasta el parking de los senderistas para tomar una nueva pista forestal, por el margen derecho del arroyo que nos evitará circular junto al tráfico de coches que visitan esta ruta senderista.


De nuevo rápido descenso por la pista acondicionada con algunas revueltas en las que debemos tener especial precaución que desemboca en la caseta de control que previamente habíamos transitado esta mañana y nos dejaba definitivamente en la localidad de El Tiemblo. Alli esperamos al resto del grupo hasta que vimos las tasas que debíamos haber pagado los ciclistas de 3€ y que no pagamos. Por tanto, propusimos una espera un tanto más alejado de la zona de “control”, por si las moscas…



Todos llegamos sanos y salvos a punto de inicio. Sorprendidos con el rendimiento de algunos componentes del grupo. Unas jarras de cerveza, unas raciones y de vuelta a casa con una nueva experiencia en nuestras piernas.
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Con un bonito sendero que enlaza El Tiemblo con el embalse de El Burguillo, bordeando el embalse del Charco del Cura. Subida desde el Área Recreativa de las Cruceras por todo el puerto de Casillas y bajada alternativa hasta Casillas por la pista de la derecha. Subida y bajada hasta el parking por la misma ruta y descenso hasta El Tiemblo por la senda de San Gregorio, una trialera muy divertida y muy técnica.


4 comentarios:

  1. Como siempre una gran crónica, enhorabuena de nuevo y puedo decir como siempre que es un placer poder pedalear junto a ti y sobre todo, me alegro que esta experiencia la hayamos podido disfrutar mucha gente.

    Un saludo a todo el que lo lea, y en especial al creador de este maravilloso bloq y que jamás me canso de leer.

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  2. Jajaja joder Tomy con amigos como tú, no me hace falta abuela!!! Muchas gracias crack... ya sabes que todo esto solo no sería lo mismo.
    Por cierto, enhorabuena a tí por aguantar el chaparrón de palabras de ahí arriba...porque me lío a escribir y no paro!!!

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  3. Buenisima cronica, lugar ideal para recrearse en contar detalles de todo. Este año no hemos podido ir a estos bellos parajes, pero para el otoño siguiente seguro que nos adentramos en esos espesos bosques.
    Un placer poder leerte.

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  4. Muchas gracias! Ahi queda para que cuando te animes a hacerla sepas lo q te vas a encontrar... Un saludo!

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