lunes, 17 de julio de 2017

Pirineos by Bike&Pelotis

Después realizar la Transpirenaica en el verano del 2014, visitar los Dolomitas en el 2015 y recorrer los Alpes franceses en 2016; tenía la ilusión, motivación y casi la obligación de dar a conocer alguno de estos lugares a mi gente.

Toda la orografía del centro peninsular como el Piélago, Gredos, Montes de Toledo e incluso la Sierra de Madrid empezaban a quedárselos pequeños. Es por ello que, nada más terminar la temporada estival, nos pusimos manos a la obra.

Leí una vez que el ciclismo es el único deporte que puedes disfrutar en las mismas "instalaciones" que los profesionales utilizan para competir. Nunca podremos jugar una pachanga en el Soccer City, donde Iniesta dio el Mundial de Fútbol a España, pero sí podemos "jugar a ser ciclistas" (by Mariete) en el mismo escenario donde Induráin, Perico o Contador han escrito la historia de este bello deporte. ¡¡¡Y qué "instalaciones"!!!

En noviembre ya teníamos reservadas las fechas y el destino. Del 8 al 12 de julio en los coquetos apartamentos de Balcons de l´Yse, situados en la cuna de ciclismo pirenaico, Luz St Sauveur.

Todo un año de preparación, esfuerzo, ilusión (y una dura recuperación) con un objetivo claro, descubrir los Pirineos.

Esta es la historia de un grupo muy heterogéneo de amigos a los que el ciclismo ha unido con mucha fortaleza. Donde estos días han disfrutado como niños, pero que también han sufrido como profesionales. En sus caras se ha reflejado el esfuerzo, la motivación, el dolor, la ilusión... pero sobre todo, la felicidad.

Guille, Ángel, Julio, Jose, Juanjo, Samu, Alberto, Antonio, Mario, Mariano, Kike, Jaime y un servidor, son los que han escrito esta pequeña historia. Pero no habría sido posible sin la compañía ni la ayuda de Guille padre, Loli, Yoli, Maite e Isabel. Y la juventud de Asier, Unai, Iratxe, Daniel y Adrián.

La razón de ir en julio lo justificaba la estabilidad atmosférica que suele permanecer en esas fechas por aquellas montañas. Pero el evidente cambio climático nos jugó una mala pasada. El tiempo no nos respetó tanto como se podía prever, no obstante esto le dio una pizca de épica al viaje. Lluvia, niebla, sol... Ciclismo del bueno, del auténtico, del que vemos en televisión las sobremesas de los meses de verano.

Pasen, vean. Pónganse cómodos... y disfruten.

7 de julio: Traslado. Lac de Estaing, Col de Bordelles y Lac du Tech.
Un día antes de que la expedición viajara al completo hacia el sur de Francia; Kike y yo nos escapamos de avanzadilla. El viaje desde el centro peninsular puede resultar aburrido hasta que cruzas el Paso de Monrepós que da acceso al Prepirineo donde se halla la localidad de Sabiñánigo. Cuna de la marcha cicloturista con más solera de España, la Quebrantahuesos.

Allí realizamos nuestra parada para comer sobre el mismo capó del coche y reponer energías de cara a la belleza del paisaje que nos esperaba por delante hasta llegar a nuestro destino.

El Valle del Tena recoge dos bellos pantanos como el de Búbal y Lanuza, creando unas bonitas estampas de postal a medida que ascendemos el mítico Portalet. Biescas, Hoz de Jaca, Tramacastilla, Sallent... Pueblos todos preciosos que decoran este sinuoso trazado.

La estación de esquí de Formigal nos despide para adentrarnos en el país vecino y continuar realizando parte de la mencionada marcha cicloturista, aunque en sentido opuesto.

Laruns nos recibe con sol y nos marca el camino hacia la mítica subida de Aubisque. Rampas durísimas en sus primeros compases por la señorial Eaux Bonnes, que son aliviadas por las vistas que surgen tras abandonar la estación de La Gourette.

En la cima, las tres míticas bicis gigantes posan en primer plano con las imponentes crestas blancas de fondo. Todo un espectáculo para la vista que no había hecho nada más que empezar, puesto que el descenso por su otra vertiente nos regala, a modo de propina, unas extraordinarias vistas del Circo de Litor.

La carretera se aferra a la ladera de la montaña creando un paso casi imposible para los vehículos motorizados donde las vacas y los caballos toman el asfalto como propio y no queda otra opción que mimetizarse con el entorno y avanzar a su paso. Al otro lado, la carretera que asciende al Soulor (donde también nos dirigimos nosotros) desde Ferrieres nos llama fuertemente la atención. Toda una experiencia.

Poco más tarde de las 16:00 llegábamos a Aucum. El hotel Le Picors recibe con amabilidad a los ciclistas. Antes de que el reloj marcase las 17:00 ya estábamos ubicados y vestidos de "guerreros" para dar una pequeña vuelta por este afamado Val de Azun.

Lo pienso mucho, y esta pequeña vuelta lo confirmó. No siempre lo más conocido, lo más popular; es siempre lo más bonito. Ya había estado rodando por estos lares visitando los míticos Aubisque, Soulor, Tourmalet... Es por ello que en esta nueva visita quería descubrir otros lugares de menos renombre, pero no por ello menos bonitos. Incluso me atrevería a decir, más atractivo.

Ya sea por su belleza en sí misma, por las ganas de montar en bici o por la motivación de conocer algo nuevo, esta ruta resultó de las más atractivas del viaje.

El Lago de Estaing y el Lago de Tech, están separados por el divertido Col de Bordelles que une ambas "gaves" (lo que en el centro peninsular conocemos como "gargantas"). Estos quedan al sur del afamado valle que asciende Soulor/Aubisque por Argeles-Gazost (trazado que nubla bellos parajes como estos de una importancia "menor")

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Desde el hotel, situado al pie de la carretera principal, salimos en descenso sentido Argeles. Deberemos tomar un desvío hacia Bun que nos situará en la Gave de Estaing. Y donde a los 5km cruzaremos su cauce para iniciar una subida que comienza dura, pero que poco a poco va remitiendo.

Son 8 km de ascenso hasta el precioso lago donde las nubes nos amenazan lluvia y las ganas de rodar me hace olvidar de los días que quedan por delante. Kike sube a mi rueda, respetando o asombrado por un ritmo que no está acostumbrado a ver en mi pedalear.



- "Mira allí qué bonito"- señalaba con admiración.
- "Mira aquí, que preciosidad"- continuaba marcando con su dedo índice.

Así pasamos toda la subida, mirando y señalando a todos los sitios, excepto al mojado asfalto que nos confirmaba la lluvia que acababa de aparecer, pero que no nos llegaría a mojar.

Aproximadamente a mitad de subida pasamos por la localidad que da nombre al valle, río y lago por el que transitamos. También aquí, en Estaing, sale la carretera que cruza al otro gave, el de Tech, que luego en la bajada tomaríamos.

Unos españoles toman agua y nos preguntan despistados por una localidad, les indicamos que la ruta acaba en un precioso lago pero que no conocemos esa localidad. Les despedimos y quedan dubitativos. Seguimos nuestra ascensión en búsqueda de nuestro primer objetivo.

Aquí está, el bello Lac de Estaing nos recibe con una placa que nos recuerda su nombre. Abrumados por su belleza, el móvil no para de lanzar fotos desde uno y otro ángulo. La carretera continua bordeándolo hasta llegar a un camping que nos ofrece una suculenta cerveza.



Pero no era el momento, debíamos seguir descubriendo nuevos rincones. Tocaba el turno del valle vecino; previo paso por un corto, pero exigente, Col de Bordelles que nos conduciría a las puertas de Arrens-Marsous.

Desde esta termal ciudad, asciende una nueva carretera hasta el Lac du Tech. Son 6 km de porcentajes irregulares que nos dejarán en la cabecera de este lago, más artificial que el anterior y de menor belleza; pero con igual encanto.

Solo quedaría descender hasta nuestro hotel para completar esta minijornada pirenaica de 41 km que no llega al millar de metros de desnivel.

Disfrutar de su relajante jacuzzi, nadar en su tranquila piscina climatizada con vistas a las montañas que acabábamos de surcar y tomar un par de copas de cervezas con vistas al valle y una temperatura ideal. De la cena se encargó la señora Rosa Mari con un par de bocatas de jamón con tomate del que dimos buena cuenta ya en la habitación del hotel. Mañana llegaría el resto de la expedición.

8 de julio: Mientras llega la expedición. Col de Spanduelles y Col de Soulor por Ferrieres.
La jornada amanecía muy nublada y con pocas esperanzas de abrirse, al menos hasta medio día. El resto de la expedición salía de Torrijos a la misma hora que nosotros nos despertábamos, lo que nos daba un margen de una 9 horas hasta su llegada.

- Kike,¿te acuerdas de la carretera que se veía al otro lado del circo de Litor cuando bajábamos Aubisque hacia Soulor? Pues tengo una rutilla de unos 50 km que pasa por allí y que podemos hacer mientras llegan los demás antes de abandonar el hotel.

La respuesta ya la sabéis todos...

Un buen desayuno con zumos naturales nos recargaron las energías para hacer posible esta nueva jornada por parajes poco conocidos, pero de excelsa belleza.


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Un descenso de 9 km hasta Argeles confirma lo cerrado y húmedo que ha quedado el día. Una pena porque nos impediría disfrutar de las vistas. Éramos conscientes de lo peligroso de circular en condiciones climáticas como esta, pero al hacerlo en descenso y con luz trasera, algo de seguridad nos daba.

No obstante todos estos problemas acabaron en el momento que tomamos el desvío hacia la localidad de Gez, donde el tráfico desaparecería por completo.

Es aquí donde se inicia la subida de unos 15 km hasta el escondido Col de Spandelles. Una carretera estrecha, a veces descarnada y completamente cubierta por vegetación nos va elevando sobre el valle con tramos irregulares de porcentaje, y un cómodo tramo a mitad de ascensión.

El sol quería asomar entre los pocos huecos que la nubosidad le permitía. Una suave lluvia era disipada por la copas de los árboles. Subida tranquila, charlando, con paso de un par de coches y un ciclista local que nos pregunta si somos italianos.

A pocos kilómetros de la cima, una pista que que parte del Col de Couraduque desemboca en nuestro paso para acabar juntos este puerto que termina matando.



Foto de rigor y descenso por un valle en el que las nubes bajas quedaban a nuestros pies, dando un áurea especial a la montaña. Descenso largo, constante. Uff subir por esta vertiente debe ser infernal.

El verde de los prados y bosques se fusionaba con el gris y blanco de las nubes. Nos impedían ver el horizonte, pero las imágenes locales que nos ofrecían eran de postal.

Diez kilómetros de disfrute deportivo y paisajístico nos dejó en el valle que separa los Pirineos Atlánticos de los Altos Pirineos. El río que los divide, baja orgulloso de su caudal a nuestra derecha. Disfrutando de todo ello nos encontramos con Ferrieres.

Se acabó pues la fiesta. Inicio del segundo, último y temido Soulor.

Unas rampas duras nos sacan de la bonita localidad y los hitos kilométricos que acompañan a las ascensiones míticas se hacen presentes. La lluvia vuelve a hacer presencia, ahora ya para quedarse. Chubasquero y para arriba.


Buenas sensaciones en las piernas me permiten no retrasar el siempre alegre ritmo de Kike. Aún por lo profundo del valle llegamos a Arbeost, donde nos sorprende un asfalto trillado con gravilla que impide el cómodo rodar de la bici. Esto dificulta la ascensión en unos cuantos kms de obras casi hasta llegar al Paso de Tartas, donde el valle se abre como una explosión visual. Es aquí donde aparece la carretera de Aubisque, al otro lado del valle. La imagen, pese a lo nuboso de la mañana, resulta realmente espectacular.

Solo son 4 km los que nos separan de la cima. La carretera por la que transitamos es la misma que nos llamó la atención ayer llegando a nuestro destino. Pero la lluvia se hace firme en su presencia y solo apetece coronar, hacer la foto de rigor y descender con inmenso cuidado por el reciente asfalto que desciende hasta el hotel.

Son las 12:00, cruzamos empapados al hall y el recepcionista nos regaña por la hora de abandonar la habitación. 15 minutos más tarde salíamos del hotel con un sabor de boca agridulce por este detalle.

Pero se olvidaría pronto, tenemos noticias de los compañeros. Alberto y Juanjo, que han tomado una ruta alternativa para evitar los puertos de montaña estan al llegar. El resto tardaría algo más en hacer presencia.

Ponemos rumbo a Luz, en busca de la ubicación de los Balcones d´Yse. Y resulta que la ciudad justifica su nombre porque el sol parece ganar la partida a las nubes definitivamente. 

Esperando la hora del check in, comemos en el bar-pizzeria Le Txoko junto con Alberto, Juanjo, Antonio y sus familias. Compra en el súper para estos días. Rotura de móvil. Y rumbo de nuevo a lo que se convertiría en nuestro hogar durante los próximos 4 días.

La reunión definitiva del grupo se realizó a media tarde. Una vez todos ubicados, la visita a la piscina del complejo era obligatoria. La lluvia caía a las afueras y eso nos chafaba un poco las expectativas.

Allí se unían miedos, respetos, dudas... pero sobre todo ilusión. 

9 de julio: Col de Tourmalet, Luz Ardiden, Plateau de Sagues.
Tras el briefing de la noche anterior, tan solo quedó claro que la primera cima que debíamos atacar era Tourmalet. El resto de la jornada tenía diferentes opciones en función de las fuerzas y la climatología.

Así pues a las 8:00 de la mañana se quedó en la salida, no exenta de polémica por el horario y las condiciones climáticas. Muchas dudas sobre montar o no debido a la niebla y amenaza de lluvia.

Los Sánchez- Infante decidieron esperar a que mejorara la mañana y con ello se ofrecieron como coche de apoyo en la subida al mítico Tourmalet. Mil gracias.

Qué os voy a contar que no sepamos ya de esta famosa ascensión por la vertiente de Luz. 18km a una media del 7,5%. Con dos últimos kilómetros al 10%.

Cima que ahora en el 2017, con las mejoras técnicas en las bicicletas y estado de las carreteras, no resulta tan épica como aquella primera ascensión allá por el 1910 cuando Octave Lapize coronó por primera vez sus 2.115m llamando "asesinos" a los organizadores.


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Era mi tercera vez que afrontaba esta ascensión, siempre por la misma vertiente, aunque en esta ocasión me estrenaria por la variante Fignon, antigua carretera que fue clausurada al tráfico rodado cuando se creó la nueva debido a la creación de la estación de sky de Bareges.


Tercera, sí. Pero la primera con mi gente. Resultaba raro rodar con ellos por estos parajes a los que siempre había visitado sin su presencia. Completamente motivado a pesar de que la jornada no acompañaba y las nubes iban a descafeinar el imponente paisaje que nos ofrece este coloso.

Todos juntos salimos desde el pie de la ascensión. Pero antes de llegar a Bareges ya se había dividido el grupo en dos ritmos diferentes. Éramos muchos y resultaba lógico y evidente. Mientras, los Sánchez-Infante ofrecían su apoyo cada pocos kilómetros.

A la salida de Bareges se nos presenta la opción de Fignon, recomendada por Ángel. Paramos tomamos la foto con este mítico ciclista y nos desviamos por un asfalto que huele a historia. El valle se abre y vamos cogiendo altura. Un ritmo tranquilo con charlas y comentarios jocosos en la grupeta.

Por detrás se van viendo a lo lejos el resto de compañeros que suben a su ritmo cómodo. Julio, Juanjo, Antonio... y la sorpresa revelación Jaime.

La variante desemboca de nuevo en la carretera principal y continuamos el ascenso. A falta de tres kms las nubes abren levemente e indico con el dedo donde debemos coronar.
- ¡¡¡Es imposible meter tres kilómetros hasta ahí arriba!!!

El descanso del tercer km da paso a las rampas más exigentes. El respeto desaparece, al igual que los compañeros entre las nubes. Se han desatado. Se han pegado palos. Han disfrutado.

Arriba esperaba Guille "Unzué" (como le bautizó Kike a Guille padre) para darnos consejos y disfrutar tanto o más como lo estábamos haciendo nosotros.

El frío y humedad a esta altitud era patente. El refuugio del bar del Tourmalet nos permite entrar en calor con un café caliente a 3,5€ muy bien pagados.

Poco a poco aparecen el resto de compañeros. Aplausos a cada uno de ellos a su entrada por la puerta. Se nota que somos españoles. Foto de rigor en el cálido rincón con todos los participantes.

El tiempo daba lugar a dudas para seguir la ruta marcada descendiendo hacia La Mogie, decisiones sensatas nos obligaron a bajar por la misma vertiente de subida pese a la insistencia de Samu de seguir con la ruta prevista.

La estatua del ciclista a los 2115m también fue fotografiada por el grupo antes de ponernos el rollo de papel en el pecho e iniciar un descenso largo y muy rápido hacia las calles de Luz.

Una parada en Bareges parecía confirmar que la decisión tomada podría ser errónea. Es por ello que Samu insiste en alragar la jornada. Mi cabeza se pone en funcionamiento y encotramos una opción alternativa de una subida que había sido descartada en la planificación del viaje. Telefono en mano de Mario, confirmamos la ubicación de cara a esta posible alternativa.

- Hemos venido a pasar el día con la bici.
- Vengo a ganar vida, More.- Repetía insistentemente Samu.

Ahora sí las nubes abrían sus puertas al sol para que los hermanos Sanchez-Infante ascendiesen Tourmalet de la mano como promesa fraternal.

Mientras, el grupo se dirigía hacia la preciosa ascensión de Luz Ardiden. 13 km al 7,5 de media por delante. Tras el callejeo por Luz, la ruta nos obliga a tomar el puente de las famosas termas Luzea e iniciar el ascenso hacia Sazos y Grust.

Las imágenes que van quedando a la derecha del valle de Luz impresionan tanto que debemos parar para quitarnos ropa del calor que empieza a pegar, a la vez que aprovechamos para hacer alguna foto antes de ponernos manos a la obra con el segundo puerto de la jornada.

Con tantas ganas afrontamos esta ascensión que Kike rompe su patilla de cambio y le deja KO mecanicamente y animicamente. Llamada de urgencia a Loli que pasaría a recogerle para hacer las gestiones de alquiler para las jornadas restantes mientras el resto del grupo continua la ascension.

En esa parada técnica nos sobrepasa un padre con un hijo que resultó dar más guerra de la que parecía.

Mi subida personal junto con Mariano es cómoda. A lo lejos vamos viendo como el grupo se separa, y por detrás se disgrega. Rampas mantenidas que hacen prolongar el esfuerzo a mitad de puerto.

El segundo tercio estaba resultando duro, pero daba paso a una tercera parte donde la carretera parece querer enlazarse sin poder conseguirlo. Un cúmulo de curvas de herradura sacan del letargo a nuestras mentes, haciendo el ascenso mucho más entretenido. Arriba se veían a los compañeros que parecían competir con un ciclista de menos volumen. ¡¡El niño les estaba dando caña a los adultos!!

Los últimos dos kms son suaves y permiten disfrutar de las vistas que hemos ganado a nuestro paso. Las nubes se levantan ya casi por encima de todas las crestas montañosas que nos rodean. Hemos llegado. Hemos ganado.

Fotos pertinentes; al valle, a la estacion, a los carteles. Que quede bien clarito que hemos llegado hasta aquí.

Antonio llega con su 28 triunfal haciendo un caballito. De Juanjo, Jaime y Julio no tenemos noticias. ¿Se habrán dado la vuelta?

Iniciamos el descenso, cuando a lo lejos aparecen... Juanjo, Julio y Jaime ¡¡¡Qué grandes sois!!! Samu se da la vuelta para acompaña a su primo. Mario y yo esperamos junto con Mariano al resto de los compañeros.

Decisión. ¿Vamos a casa o hacemos la variante propuesta?

- Hemos venido a pasar el dia con la bici.- Insiste Samu.

Mario, Samu y yo descendemos por la desconocida variante de Viscos. Mucho más natural y abrupta que la original de Luz Ardiden.

Tras unos cuantos zig-zag nos hallamos en la carretera de acceso a Luz, que tomando una variante nos deja en el mismo lugar del inicio de la subida de Luz Ardiden.

Aquí tomamos rumbo Gedre. 12 km al 3-4%, con una primera rampa que casi nos quita la idea de hacer este apéndice de ruta.

Mario toma la batuta y nos lleva como una locomotora. El falso llano engaña, y sube cuando parece que bajas. Asi lo confirmaba los ciclistas con los que nos cruzábamos por el valle.

Y allí que nos presentamos en Gedré, vista de nuevo al móvil de Mario para confirmar la ubicación. Vamos a por el desvío. Plateau de Sague se llama

Cruzamos el puente que salva el río dirección Saussa y... "su puta madre". Rampas del 12% mantenidas hasta llegar al pueblo. Donde hay un leve descanso y un ciclista español que baja nos anima diciendo que ya estamos arriba "su puta madre, arriba"...

Tras salir del pueblo un conjunto de herraduras nos vuelve a poner en apuros con rampas donde la carretera "parece venirse hacia nosotros". Samu sufre y se descuelga. Mario sufre, pero aguanta. Son cuatro kilómetros durísimos que se elevan sobre el valle. El asfalto descarnado nos da un pequeño respiro, antes de volver a su pendiente infernal en los últimos dos kilómetros.

En definitiva un ascenso de unos 8km con una media que llega al 9% teniendo en cuenta el descanso a mitad de subida.

Eso sí, el asfalto termina y rodamos unos pocos metros por gravilla para descubir la impresionante imagen de la casacada de Gavarnie en el horizonte. Bella estampa.

Unas coca-colas en refugio que alli se ubica son necesarias para recuperar azúcares pensando en la larga bajada que nos espera hasta Luz. Donde antes de llegar Mario revienta la cámara por el calentamiento de la llanta por el excesivo frenado al que se veían sometidas las ruedas en esta peculiar carretera.

Una vez en la localidad de inicio, una comida rápida y la visita de todos los compañeros que iban a ver el duelo de titanes Kike-Pananta en la subida a Luz Ardiden. Kike ya con su bici alquilada inician el ascenso a eso de las 17:30 justo cuando nosotros iniciamos el otro ascenso... el de la trampa a los apartamentos con un km por encima del 10%. En fin...

La tarde de descanso con la pasta preparada del chef Jaime nos recuperó las energías necesarias para afrontar las jornadas que aun quedaban.

La fiesta se organizó en el apartamento, con cerveza a mansalva, latas de mejillones y bolsas de patata... Risas y más risas... Para qué cenar, si podemos picotear. El duelo Mariano-Panata quedará para la posteridad.

10 de julio: Hautacam - Cauterets (Pont de Espagne)
El segundo día amaneció despejado al sonar el despertador. Las maravillosas vistas que disponíamos al valle así lo confirmaba. Pero fue terminar de desayunar, y las nubes estaban completamente encima de nosotros.

En la salida había que decidir entre las otras dos rutas que quedaban por realizar.

Mientras cambiábamos la cubierta de Jaime oigo de fondo.

- Vamos a Hautacam, More.- afirmaba Angelote.

Era el puerto con más historia reciente del Tour en la zona. Allí donde Induráin se dejó su sexto tour en detrimento de un Rjis que, ahora sabemos, estaba dopado. Fue por allá en 1996, catorce añitos tenía el que escribe. Y veintiún años más tarde allí estábamos, "jugando a ser ciclistas" en las mismas "instalaciones" en las que veíamos a través del televisor como Rjis se dejaba caer del pelotón para, segundos más tarde, derramar con excesiva fuerza y seguridad para el asombro de todos.


Como decía, la ruta constaba de 12 kms en ligero descenso por la transitada carretera hacia Lourdes. La idea era la de ir en grupo hasta la base de Hautacam, y así lo hicimos. Yo rodaba delante, pero las vistas de los 12 compañeros desde la parte trasera en bloque debían ser espectaculares serpenteando la carretera.


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Juanjo hoy sería nuestro coche de apoyo, acompañado de Loli e Isabel. Gracias de nuevo Buti.

Antes de salir del angosto valle, Jose pincha; Ángel se queda con él y reagrupamos en un lugar seguro antes de tomar el primer desvío.

Tomamos una carretera paralela a la principal con menos tráfico que nos lleva al inicio del ascenso. Así pues con 18 cómodos kilómetros afrontamos la temida y respetada ascensión a Hautacam, no sin antes un nuevo pinchazo en el grupo. En esta ocasión fue mi rueda trasera.


13 km por delante con rampas mantenidas en torno al 7-8 % que nos recordaría a la dureza de Luz Ardiden.

Según ascendemos, la nubes se echan literalmente sobre nosotros, creando una estampa completamente épica del ascenso.

El grupo sale unido pero poco a poco cada uno va dejándose caer en función de sus posibilidades. Mención especial a Antonio que con su 28 se retorció con un auténtico jabato para coronar cada una de las cumbres, especialmente esta de Hautacam.

Pinchazo de Mario antes de llegar a la localidad de Artalens, donde nos quedamos con él Hipola, Samu y yo. El grupo sigue adelante por petición expresa de Mariete y nos pasan los rezagados. Con todo en orden iniciamos la marcha, ya completamente entre las nubes.

A penas se distinguían 10 m a la redonda y ahí establecimos nuestra unión estos cuatro mosqueteros en un ascenso fastuoso de Samu. Martillito había vuelto. Cuanto me alegraba de ello, aunque no mucho por momentos. Como nos exprimió. Que puntito que te saca de la zona de confort pero que tampoco te quema. Esagerao.

Mario dio toda una lección de sufrimiento, pundonor y estrategia. Manteniéndose a dos metros por detras, pero nunca sin soltar la rueda. Un "ole" por como resistió a ese ritmo infernal. Jose y yo marchabamos a rueda haciendo todo lo que podiamos para subir lo más digno posible a ruda de Samu.

Siluetas aparecián entre la niebla. Antonio y Jaime. Otras un poco más adelante.

- Esto es sufrir- decía Hipola respecto de Julio.

Ole Julio por tu fuerza, ole. Se agarró al grupo unos metros, pero el ritmo era muy vivo.
Tanto que a falta de 3km para coronar y justo en un claro de nubes divisamos al resto de la expedición no muchos por delante de nosotros.

Un cartel del último kms nos hace desatar la tensión y soltar palos cual profesional. Cogemos a Guille y Mario quiere meter plato como Rjis. Un sprint final nos deja en una explanada que con la niebla no sabemos por donde seguir. No lo sabíamos pero habíamos llegado a la estación de Hautacam. La carretera seguía zigzagueando y tomando altura una vez cruzada esta explanada. No había terminado el ascenso.

Mario debe parar por una salida de cadena y volvemos a formar grupo para concluir el ascenso definitivamente el el Col de Tramassel, donde nos espera una bar con cafés calientes.

Poco a poco van llegando los compañeros mientras el resto se pone ropa seca y escucha las advertencias de Guille "Unzué". Estamos calados. Pero la media hora al cobijo del refugio nos permite recuperar sensaciones.

Fotito de rigor y hacia abajo, con para técnica en el cartel de Hautacam que en la subida nos lo habíamos pasado de largo con la efusividad del ataque de Mario.

Un descenso con mucha precuación por la nula visibilidad y el asfalto mojado. Poco a poco según nos acercábamos al valle, las nubes desaparecían y la humedad con ellas.

Reagrupación en la base de la estación y decisión de opciones. Jose vuelve a pinchar. Tiene la rueda maldita.

Mientras, un grupo decidimos seguir con la jornada en busca de Cauterets y su prolongación al Pont de Espagne.

Vuelta por la misma carretera y desvío hacia Soulom donde se inicia una aproximación hasta el pueblo de Cauterets. Unos 10 km con una pendiente suave, solo rota por unas pocas curvas en zigzag que superan el 10 % a mitad de recorrido.

Un pedalear suave y cómodo nos lleva hasta el pueblo donde se inicia la subida a Pont de Espagne. 8 kilómetros más donde la dureza se hace presente.


A los dos km de cruzar la población hacemos parada en un bonito rincón donde dos cascadas confluyen en un mismo cauce. Unos aprovechan a reponer líquidos y otros sólidos.

La salida del lugar con Mario por delante y los demás por detrás, obliga a Alberto a iniciar la marcha con el bocadillo en la boca.

Subiendo las rampas más serias a una mano por causa del bocadillo y de las continuas llamadas de teléfono que va recibiendo de Antonio y Juanjo. Le pasan factura y decide subir cómodo.

Juntos vemos como Angel, Samu y Kike se alejan por delante. Subimos acompañados de una preciosa garganta que queda a nuestra derecha y que puntualmente nos regala bellos saltos de agua. Un bonito puerto con una naturaleza pura.

Las curvas de herradura que salpican d vez en cuando el trazado nos recuerda que aquí debemos sufrir a partes iguales que disfrutar.

Arriba nos esperaban el resto de la expedición. Fotos de rigor y para abajo en busca de un cobijo para comer algo antes de ponernos de vuelta a casa.

En esta bajada el grupo se encuentra con Antonio y su 28. Y también con Juanjo que llega de apoyo logistico.

Los bocadillos compartidos, los cafés y creepes atendidos por una guadalajareña fueron suficientes para aliviar el hambre.

La bajada fue divertida hasta llegar al cruce de caminos que no situaba a 12 km de Luz con un trazado del 3-4 % de desnivel. El mismo por el que salimos a primera hora de la mañana. Aquí Alberto fue picado por un bicho y puso un ritmo infernal que casí destroza la grupeta.

Al final llegada en grupo en Luz st Sauveur, previa foto en la entrada con un efusivo "Welcome bikers".

Pero quedaba la trampa... la trampa del los balcones del Ysee... la trampa que Angelito me tenía preparada.... la trampa a la que sucumbí en medio de la competición por ese codiciado KOM...

Tras el descanso, un paseo por el pueblo para estirar piernas, tomar una cerveza en La Tasca, preparara la cena a base de huevos con patatas. En una ciudad en la que todo está cerrado a las 19:30 pero que gracias al arte de Julio e Hipola conseguimos aceite para todos y hielos para el rey de la montaña...

11 de julio. Gavarnie (Col de Boucharo), Cirque de Troumouse, Cirque d´Estaing, Alto de Ayrues y alto de Artá
El día parecía que iba a ser el mejor de todos. Aunque no nos podíamos confiar por que las nubes jugaban con descaro al despiste. Sería una pena que hoy, siendo la jornada con mejores vistas panorámicas, éstas fuesen tapadas por las nubes.

20 km nos separaban de la bella localidad de Gavarnie, donde se halla la cascada más alta del Pirineo. Hasta llegar allí, el grupo rodó en grupo y cómodo por sus suaves pendientes, salpicadas por algún porcentaje elevado de manera puntual.

El paso por Gedré marcaba el camino del desvío para luego, en la bajada, visitar el monumental Cirque de Troumousse.

Las piernas notaban mis cuatro días por las montañas, pero tras el calentamiento de estos primeros kms, el cuerpo parecía comenzar a asimilar el trabajo realizado. Muy buenas sensaciones corrían por mi cuerpo.

La mañana comenzaba a abrir por lo que tendríamos suerte a la hora de poder disfrutar de las vistas que nos regala este espectacular valle.


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La parada obligatoria en la localidad de Gavarnie para retratar de fondo la afamada cascada, vino de perlas a los compañeros para reponer líquidos, comer y descansar las piernas de cara al puerto que comenzaba a continuación.

El Col de Tente/Boucharo se iniciaba a falta de 10 km para coronar. Unos primeros kms cómodos sirvieron para que cada uno pusiese su ritmo. La ausencia de tráfico por este asfalto permitía ciera relajación en ese aspecto.

A los pocos kms ya podíamos ver el chorreo de compañeros por arriba y por debajo de nuestro rodar. El zigzag de la carretera así lo permitía, a la vez que te marcaba el camino por venir y el que habías recorrido.

Mario, Samu y yo; de nuevo los tres mosqueteros juntos por nuestro punto de forma. Si ayer fue Samu el que marcaba el ritmo en Hautacam y Mario en Cauterets; hoy me tocaba a mí cuidar de ellos.

La estación de esquí de Les Especieres marca un antes y un después en el puerto. Hasta llegar a ella, habíamos permanecido protegidos del viento por sus cerradas laderas. Pero fue sobrepasar las instalaciones y abrirse el valle con importantes praderas expuestas al viento.

De culo se agradecía la ayuda al subir, pero de cara a parte de refrescar el esfuerzo, te hacía penar. 

Miradas de reojo para controlar a mis chicos, intentado llevar el ritmo lineal de martillito que solo é sabe mantener. Mis subidas en la bicicleta hacían un daño que no pretendía.

Por allí asomaba Mariano que en un par de kilómetros nos echo el guante. Gran ascensión también la suya.

Las pista se disgrega en una incómoda gravilla que parece abrazar la rueda a su paso. El cansancio, la pendiente, el viento... y ahora la gravilla ponen las alertas en este minigrupo de cuatro compañeros donde Mariano aprende a tirar.

- No estoy acostumbrado a tirar de un grupo- Se justificaba Mariano.

Así, en grupo, con ayuda y respeto, coronamos el Col de Tentes/Boucharó. Allí arriba ya esperaban los mas fuertes y mientras por detrás llegaban el resto de compañeros. Todos. Incluso Antonio con su 28.

Mientras coronaban los compañeros, me atreví a seguir un pequeño camino asfaltado que se dirigía hacia un paso que a penas a menos de 500m se transformaba en camino. A solo 500m me quedé de pisar terreno español. Curiosa sensación.

Foto de rigor y bajada donde nos encontramos con Loli, Isabel y Guille padre que acompañaban a su ritmo la misma etapa que estábamos haciendo nosotros. Parada en una de sus curvas para reponer y usar el coche a modo de apoyo. Observar las tareas de mantenimiento de la estación invernal y animar a todo aquél ciclista que pasase por esa curva.

Una nueva parada en Gavarnie para terminar de reagrupar e informar de la subida a Troumousse. 

otros 8 kms más de bajada desembocan en el marcado desvío. Julio y Guille deciden seguir bajando, Juanjo se anima, pero antes de llegar al km de subida aborta misión y se reúne con los otros compañeros para tomar un acertado café en Gedré.

El resto comenzamos una tortuosa subida con un calor que comenzaba a ser molesto. Un primer tercio de ascensión muy duro donde las fuerzas empezaban a hacer estragos. El arroyo bajaba a nuestra derecha. Y el ascenso se presuponía duro por la condiciones que rodeaban este inicial momento. El grupo se disgregaba por completo.

17 km de subida que iban a resultar inquietantes con unos primeros kms rectos sin atisbo de alguna curva de herradura que amainase el esfuerzo. Con estas apareció un oasis en medio del sufrimiento. La pequeña localidad de Haas aparecía tras un leve descanso en la carretera y nos ofrecía un bar donde parar y recuperar el esfuerzo de este primer tercio de ascensión. 

Liptoice, Orangina.... Pero nada de Coca Cola ni Nutella... Sitio peculiar... Pero que salvó la vida a más de uno. 

Allí nos reubicamos todos, excepto Antonio que continuaba con su particular calvario.

Respuestos los bidones y llegada del coche de "apoyo" donde pudimos dejar todas las ropas que nos sobraban para continuar el ascenso.

El paso por el peaje para coches da el pistoletazo de salida a todos los tornantis que no habíamos visto hasta ahora...

Uno, dos, tres... perdimos la cuenta. El grupo junto, Jaime con su amueblada cabeza por detrás disfrutando. Pero se notaba que había tensiones que el paisaje retenía para compartir con los compañreros. Un tramo este seguno con un desnivel mucho más llevaredo que daba paso al Refugio du Maille.

Es aquí donde un leve descenso permite al pirata de Mario mover el árbol. 

- Si no puedes con tus rivales subiendo, habrá que atacar bajando.- manifestaba Mario.

Y ahí que se rompió de nuevo la armonía del grupo. Donde de nuevo se entrelazaban tornantis hasta lo más alto que alcanzaba la vista. El paraje hacía de opio para el esfuerzo.

Solo tres kms para la cima y volvía a aparecer el Toyota cual director de equipo. Mario se venia arriba, Kike y Ángel se marcaban el uno al otro. Y yo continuaba con mis buenas sensaciones... y la ayuda de un GPS que me indicaba en todo momento los datos de la ascensión. Datos con los que no contaba el resto puesto que los hitos kilométricos de los puerto solo aparecían en puertos Tour, y este no era uno de ellos.

Este valle, al igual que el de Pont de Espagne y Boucharo, pertenecen al Parque Nacional de Pirineos e impiden la subida del Tour por su protección.

A falta de 600m el demarraje fue a traición, sobrepasando a Mario, Kike y Ángel para terminar por primera vez una ascensión por delante de todo el grupo. Jijijijiji. Mi medallita del viaje.

El imponente Cirque de Troumousse nos daba la bienvenida. Circo más grande de Pirineos. Espectacutar.

Reagrupación, fotos y para casa. Habíamos terminado. O tal vez no...

El día era impresionante. Temperatura perfecta, completamente abierto, me sentía bien de piernas... Y aún eran las 14:30 del mediodía. No me quería ir a casa.

Propongo un pequeño apéndice que hay por la zona y sale desde la misma carretera. Bajamos hasta el desvío por el que hacía un par de horas habíamos dejado a nuestra derecha. Ahí estaba, la subida al Cirque d´Estaube.

- Si me respetáis, subo con vosotros- pedía Alberto

Junto al trío calabera, se unía el gran Alberto y el insaciable Angelito. Un breve estudio de la subida sirve para animar a este quinteto. 

Casi cuatro kilómetros de duro ascenso nos situaba en un bello pantano de aguas turquesas. El desnivel que se apreciaba al divisar la carretera que traíamos nos llama la atención. Cuatro curvas de herradura nos sitúan en lo más alto del asfalto donde se encuantra un parking adecentado para senderistas que quieran pasar a españa por la cresta de Tucarroya hacia Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa.

- More, ¿no tendrás otra cosita por ahí?- me tentaba Mario.

Pues claro que la tenía. La vuelta por el valle de Gavarníe pero por la vertiente opuesta de la garganta que subía hasta Ayrues. Un pequeño alto que comparte desvío con el ya conocido Plateau de Sagues.

Inicaiamos el descenso con mucha precaución hasta tomar la carretera que baja de Troumouse. Aquí, en la parte mas dura del ascenso ahora tenemos que tener cuidado porque las bicis se lanzaban. 

En Gedré tomamos el desvío y Angel decide subir el Plateau del que tanto hemos hablado estos días. Buena suerte.

Nosotros seguimos nuestros tranquilos 3 km hasta Ayrues donde podemos drisfrutar de bonitas vistas del valle que queda a nuestro pies, no sin antes la disputa del alto entre Alberto y Mario.


El descenso por Trimbarelles nos dejaría de nuevo en la carretera principal, donde realizaríamos un descenso casi kamicace por culpa de un ciclista en mtb que nos paso al grupo y que luego no pudimos dejar de rueda. Malditos gendarmes gabachos.

Mientras Ángel sufría el plateau de sagues y alberto marchaba con la familia, decidimos tomar una cerveza por lo bien que lo habíamos hecho.

Pero me daba pena acabar ya... no quería.

- ¿Subimos al castillo de Luz?- animé

Mario desestimo la proposición. Samu se animó. Pero la investigacion del acceso nos fue imposible realizarlo en bici.

De camino a los apartamentos, doy en la cuenta que esa misma carretera de acceso continua. Le propongo seguir a Samu, que no coge el guante en esta ocasión. No quería irme a casa. No con este tiempo, no con estas sensaciones.

Son tres kms de ascenso hasta la localidad de Astes, con impresionantes vistas al valle de Luz... Pero poco más tarde de cruzar el pueblo el asfalto desaparece y toca volver sobre nuestros pasos.

Ahora sí, se había acabado la aventura pirenaica por este año.

Ducha. Y paseo. Hoy nos invitaría Alberto en su apartamento con un porche con vistas que hicieron las delicias del viaje, comentando todas las anécdotas ocurridas y planificando para el año próximo con la mesa llena de quesos, patés, embutidos y cervezas...

Todos juntos nos conjuramos para repetir en busca de nuevos paisajes, nuevos retos; pero sobre todo, de nuevas aventuras para seguir escribiendo esta bonita historia de los Bike & Pelotis.

C´est fini.

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