lunes, 23 de febrero de 2015

ETAPA 8: Segorbe-Valencia

Afrontamos la última jornada de este interesante Camino del Cid. Etapa corta, de apenas 67 km, pero con una tachuela que cruzar, el parque natural de la Sierra Calderona.

Las piernas ya acumulaban kilómetros, pero la mente parecía reanimarse con la proximidad de nuestro objetivo final, Valencia.


La salida de Segorbe nos situaría de nuevo en la Vía Verde de los Ojos Negros. Pista adecentada, lineal y en ligero descenso que nos permitiría desentumecer nuestras piernas durante los 12 primeros kilómetros.

Aún seguíamos por el corredor del Palancia, cuando un descarado giro hacia el sur nos introdujo de lleno en un conjunto de lomas y barrancos que despertaron definitivamente nuestras aletargadas pulsaciones.
Naranjos en los laterales de la pista.
Campos de frutales comenzaron a aparecer en el terreno. Grandes y ordenados cultivos de naranjos se entremezclaban con la basta anarquía de vegetación silvestre. Todo ello entre anchas y accesibles pistas forestales.

Dentro de este descontrolado cúmulo de lomas y cerros ascendimos un desnivel significativo que comenzaba a crear un auténtico rosario de ciclistas. Uno a uno íbamos llegando a lo alto de una primera cota desde donde podríamos divisar parcialmente este paraje que hacía de frontera natural entre las vertientes del río Palancia y Turia.
Primera tachuela
Un leve descanso a modo de descenso nos situó junto a la Masía del Coronel. Estábamos adentrándonos en lo más profundo de el Parque Natural de la Sierra Calderona. La cual nos iba dando una de cal y otra de arena con su sinuoso y caprichoso recorrido.

El laberinto de pistas que surcan este paraje nos obliga a ir pendientes del GPS en todo momento para no perder el trayecto correcto.

Estábamos a punto de iniciar el definitivo ascenso hasta las tierra de Tristán, que establecían una cota máxima de 730msnm. Subida dura debido al calor y al esfuerzo acumulado en las piernas a pesar del buen estado de las pistas.
Adecentada subida
Una vez en lo alto, el camino se vuelve en exceso pedregoso y la bajada se hace esperar, debemos rodar aún un centenar de metros para iniciar definitivamente la bajada hacia el otro margen de esta anárquica sierra. Acabábamos de entrar en la provincia valenciana.

El paisaje se abre y la velocidad nos refresca. La pendiente se pronuncia por momentos obligándonos a extremar la precaución en demasía.
Entrando en la provincia valenciana
La pista acaba justo en una monasterio donde comienza el asfalto. Aquí decidimos hacer tres grupos para no entorpecer el tráfico durante esta parte de carretera.

Estamos en los campos del Turia. Donde por carretera llegaremos a la localidad de Bétera.

En esta población abandonamos el asfalto por un polígono industrial para adentrarnos en campos de la huerta valenciana. Aquí haremos la espera para la reagrupación de todos los compañeros. Mientras llegan, tomamos "prestada" algunas jugosas sandías que sacian nuestra hambre y sed.
Esperando en la huerta valenciana
Una vez reagrupados, cruzamos la autovía A-7 del mediterráneo para adentramos en la zona urbana de Moncada, Alfara y Tavernes. Localidades previas de paso para llegar a la gran urbe de Valencia. Callejeamos por estas ciudades pasando de unas a otras casi sin distinguir sus límites urbanos hasta toparnos con la capital.

En Valencia tomamos amplias avenidas como la de Aragón, para usar su carril bici, pasando por el mismísimo campo de Mestalla.
Campo de fútbol de Mestalla.
Casi sin darnos cuenta llegamos a nuestro verdadero destino. Los jardines del Turia, donde Valentín nos tenía encargada una espectacular paella de la que todos dimos buena cuenta. Merecida.
Paella valenciana.
Tras la comilona, todos fuimos al hotel donde descansamos y nos preparamos para disfrutar de la noche valenciana con una gran cena en la playa de la Malvarrosa, paseo y cervecitas de rigor en los locales del puerto marítimo. 
Paseo por la Malvarrosa.

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