lunes, 21 de julio de 2014

Etapa 5. Jueves 17 de julio. Audressein-Ax les Termes.


Estábamos teniendo una gran suerte con la meteorología, excepto en la segunda jornada, en todos las demás había radiado el sol con todas sus fuerzas; a veces, incluso, demasiadas.

Este quinto día no iba a ser menos. A las 8:30 de la mañana, durante los preparativos en la puerta del hotel, ya se podía notar que la etapa iba a ser tan calurosa como las anteriores.
Últimos preparativos de la mañana
Hoy solo disponíamos de 4 km para calentar las piernas antes de afrontar el primer ascenso de la jornada. Teníamos ante nosotros 125km y casi 3.000 m d+ para afrontar lo que considerábamos la última etapa dura del viaje, con cuatro diferentes puertos por delante.
Empezando a subir el Col de la Core
Siguiendo aguas arriba el valle del río Lez llegamos hasta Les Bordes sur Lez donde un giro a izquierdas nos daba el pistoletazo de salida hacia la cima del Col de la Core.
Bosque en la zona baja
17 km con una pendiente del 6,5%, que no se hace duro pero sí, tal vez, un poco largo. Son sus primeros kilómetros los que levantan el porcentaje por encima de la media mientras que cruzas los pueblos de la zona baja del valle.

A la salida de las zonas urbanas, nos encontramos un leve descanso que aprovechamos antes de volver a tensar las piernas. La carretera se introduce en el bosque y no es tas el paso por las indicaciones del Lago Bahtmale cuando el valle se amplía y nos ofrece su mejor, y más bonita versión.
El valle se abre en las cotas altas.
Coincide con los últimos kilómetros, lo que nos permite disfrutar de estas bonitas vistas a medida que vamos ganando altura.

Una vez en lo más alto podemos respirar el aire fresco de la mañana y sentarnos en uno de los bancos con vistas hacia el valle mientras nos llenamos de paz esperando al resto de compañeros.
Vistas hacia la bajada, Seix.
Son momentos que no tienen valor económico alguno, cuando te detienes y miras a un lado del collado para observar de donde vienes y giras la cabeza al lado contrario para ver donde vas, mientras la brisa golpea tu cuerpo sumido en tus pensamientos.
Col de la Core.
En el descenso debimos actuar con especial precaución. En este caso por las obras para la mejora del firme, como en muchos otros puertos por los que habíamos pasado. La gravilla suelta sin prensa resultaba traicionera y debimos actualizar nuestra mente al modo ciclocross.
No todo iba a ser perfecto ;)
Un obrero con familia en Salamanca y perfecto castellano nos amenizó el rato de espera en el corte de carretera de camino a la bonita localidad de Seix.
Seix
Una vez en el valle, tras un largo descenso, nos esperaba un tramo por el valle de unos 12 kilómetros recorriendo las aguas arriba del río Salat que nos dejaría en la base de la siguiente cima que debíamos atacar.

Rodando aguas arriba el río Salat.
El modesto Col de Latrape con 5km al 7% lo pasamos con alegría y sin mucho sufrimiento. Tiene algunas curvas de herradura al principio y con bastante sombra sobre el asfalto. Por contra, es un puerto que a penas dejar observar en la lejanía algún paisaje.
Una de las pocas vistas que nos ofrece el puerto.
Un kilómetros antes de coronar nos sale el desvío hacia la estación de Guzet donde paramos para confirmar la ruta. Pero siguiendo recto, arriba nos esperaban los primeros en coronar como unos auténticos reyes Coca-Cola en mano.
Nuestros aficionados esperando la llegada.
Estos dos puertos subidos en el día de hoy, no son especialmente duros pero sí liman las fuerzas de las piernas si le sumamos el desnivel que ya llevan estas de los días anteriores.

Es por ello que se me antojaba el siguiente puerto como el más duro que quedaba por coronar. Pero antes, la "foto-trofeo" con el cartel de la cima tras dos buenos tragos de Colca-Cola y una buena reposición de líquidos en los bidones.

El descenso hasta Aulux les Bains es corto y nos deja en lo más profundo de una valle donde el calor aprieta y me hace recordar a la sufrida subida al Col de la Mente, donde sufrimos más de lo esperado.

Gran cantidad de coches aparcados en la cuneta de la carretera junto a una especie de acceso público al río me hace rondar por la cabeza esos momentos que pasamos en verano en las gargantas de Gredos, allá por el centro peninsular.
Aulux les Bains
El ascenso comienza rondando por mi cabeza pensamientos negativos; por primera vez en el viaje me rondaba la incómoda pregunta "¿qué necesidad tengo yo de hacer esto?".

Cada uno, sumido en su propio martirio, comenzamos el ascenso al Col de Agnes por lo más profundo y caluroso del valle. 9 kilómetros al 8,5% de media y un calor aterrador confirmaba mis suposiciones. Tocaba sufrir.
Ascenso al Col de Agnes
 Los primeros kilómetros son fueron personalmente aterradores, a penas podía levantar la mirada del asfalto observando como las gotas de sudor golpeaban contra el cuadro de la bici.

Pero poco a poco el puerto comenzó a regalarme unas vistas hacia un nevero gigante o un pequeño glaciar que me hipnotizaba.
Vistas del glaciar desde el Col d´Agnes
Las curvas de herradura se sumaban una tras otra, dándome y quitándome caprichosamente estas espectaculares vistas.

Los últimos tres kilómetros, a la vez que acaban las herraduras, la pendiente nos da un respiro; el justo para afrontar el último tramo con ganas lleno de energía. Energía que la naturaleza me había transmitido durante el ascenso, llegando con más fuerza de la que tenía en el principio de puerto.
Parte final del Col de Agnes
El Col de Agnes había sucumbido. Pero nos faltaba agua, tanto por dentro como por fuera. Sin agua en los bidones y un calor que azotaba incluso en estas cotas, necesitábamos un oasis.

Col de Agnes
Y sabía que lo había; el oasis. Pero ellos no. Y llegamos, valla si llegamos; casi para quedarnos. El Lac de Lers nos esperaba en como todo una recompensa a nuestra fortaleza mental. Todo un regalo para nosotros. Impresionante. La mejor postal de todo el viaje.
Lac de Lers
Nos faltó tiempo para quitarnos los maillots, las botas y tirarnos al agua de un reguero que salía del lago. La temperatura ya más fresca invitaba a quedarnos durante un largo rato recuperando nuestra temperatura corporal.
Regero de salida del lago Lers.
Risas y bromas entre todos durante un buen rato para alimentar nuestras cabezas y piernas. Ignorantes de saber que estábamos bajo la atenta mirada de Imanol que nos esperaba con nuestro avituallamiento de camino al último escollo del día
Bromeando en el regero.
El Col de Lers por esta vertiente es muy suave, a penas 5 km al 5%. Todo un paseo para nosotros con la única dificultad de esquivar las vacas de camino al collado que se nos presenta sobre un tupido y verde prado.
De camino al Col de Lers
Una vez en el último puerto, una leve parada para observar ambas vertientes y concienciarnos de lo que aún nos quedaba por delante, esto no estaba acabado.

50km, 25 de bajada y 25 de llaneo por el valle. No eramos conscientes de la lejanía pero es que en este tipo de viajes la noción del tiempo se pierde por completo.
Col de Lers
Afrontamos el larguísimo descenso con cierta velocidad, pero nunca sin falta de precaución. Imanol nos había devuelto a la realidad, íbamos con algo de retraso y no debíamos entretenernos más. Ya lo habíamos hecho en demasía con nuestro refrigerio.
Descenso del Col de Lers
En Tarascón acaba el descenso y comienzan los últimos y pestosos 25 kilómetros con mucho tráfico y en constante ligero ascenso con el río Airege a nuestra izquierda, aguas arriba. Además, por si no fuera poco aparecían algunos repechos que molían las piernas después de esta rara y heterogénea jornada.

En Ax les Thermes tuvimos el tiempo justo para duchar, cenar, tomar un buen helado y la sorpresa del día.

Imanol nos enseñó las termas públicas, las cuales utilizamos y donde tuvimos unas agradables conversaciones sobre nuestras vidas que sirvieron para conocernos todos un poco más.

Un agua natural, caliente, en medio de la calle, con el firmamento en todo lo alto y nosotros en bañador, chanclas y toalla en mano. Fue un momento muy especial en el viaje. Diferente. Gracias Imanol.

Noche en el Hotel l´Auzeraie, Ax les Thermes.

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