sábado, 7 de diciembre de 2013

Parque Nacional del Cabañeros: El Boquerón del Estena.

La ruta senderista del Boquerón del río Estena, es una vía muy sencilla y de fácil tránsito. Es muy factible; propia para hacerla en familia, incluso con niños de a partir de unos cinco años.

Tiene carácter lineal, de ida y vuelta. Parte desde la misma población de Navas de Estena (Ciudad Real) haciendo un total de unos ocho kilómetros y medio.

Existen dos aparcamientos habilitados en las afueras de la localidad donde también podemos dejar nuestros vehículos, acortando así la distancia.

Nosotros decidimos dejarlos en el pueblo para disfrutar a la vuelta de unas reconfortantes cervezas acompañadas de unos deliciosos guisos de su afamado venado en unos de sus bares.

El desnivel es casi insignificativo, a penas llega a acumular la centena de metros puesto que la pista/senda discurre paralelo al río Estena. En la ida acompañando sus aguas, con su consiguiente leve descenso de cotas. A la vuelta con un, casi imperceptible, ascenso.



La ruta la iniciamos desde el centro de la plaza del pueblo. Saliendo por la calle Pinar hasta unos chalets de nueva creación, donde giramos a la derecha. Pasaremos junto a la piscina municipal y un camping.

Aquí encontraremos el primero de los aparcamientos y el cartel que nos indica que estamos entrando al Parque Nacional de Cabañeros.

En este momento, nos acompañará a nuestra izquierda el arroyo del Chorrito durante unos metros hasta llegar al segundo y definitivo aparcamiento.

En este punto podemos ascender hasta la ermita para obtener unas espectaculares vistas de todo el Boquerón o cruzar el arroyo del Chorrito por un adecentado puente para iniciar oficialmente la ruta del Boquerón del Estena.

En esta ocasión, decidimos obviar el ascenso hasta la ermita y cruzamos el arroyo que acompañaremos durante unos metros más, ahora a nuestra derecha, hasta su desembocadura en el propio río Estena.

Más adelante nos encontramos con unas peculiares formaciones geológicas que se elevan a modo de torres y que llaman nuestra atención. Estas parecen sitiar nuestro camino a modo de centinelas que guardan nuestro paso.

Justo a la derecha de nuestro sentido llega el Estena para unirse a las aguas de arroyo que venimos acompañando.

El valle ahora se estrecha, al otro lado podemos observar unas formaciones geológicas muy interesantes, casi puntiagudas con unos colores muy particulares.

Una fuente nos sorprende a nuestra izquierda por si necesitásemos reponer líquidos que aún no son necesarios.

Pronto debemos bajar unos escalones para cruzar el río por un muy bien adecentado puente, para ascender y seguir con nuestra marcha.

Andando ahora por el margen derecho, la senda se ensancha y unos barrancos de piedras uniformemente colocadas nos recuerda que esta vía bien podría haber sido una posible carretera que uniese ambos lados del Parque Nacional, pero que por diferentes razones no llegó a realizarse y es actualmente utilizado para este tranquilo y accesible paseo.

Algunos paneles informativos nos van indicando la fauna y vegetación del lugar. También nos enseñan algunas formaciones geológicas a modo de impresionantes fósiles incrustados en las rocas.

El paseo acaba con una ilógica, descontextualizada  y penosa valla que corta el paso público a los senderistas.

No obstante, se puede descender con cuidado hasta el propio cauce del río donde recibe las aguas del arroyo del Maíllo.

Un pequeño descanso y la vuelta por el mismo lugar. Con menos paradas, y pensando en la cerveza y el venado en salsa, llegamos de nuevo a la población después de unas dos horas de tranquilo y relajado paseo.



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