domingo, 3 de marzo de 2013

Orientación en bicicleta de montaña: El Pardo

Con el objetivo de disfrutar la bicicleta en todos los campos posibles, me surgió la idea hace tiempo de unir esta pasión con un deporte minoritario que siempre me ha resultado interesante y divertido; la orientación.

He participado en algunas carreras a pie de esta actividad en entornos urbanos como Toledo o Torrijos . También en muchas sesiones prácticas universitarias dentro de entornos naturales, donde se convierte en una actividad más compleja. Siempre con sensaciones muy positivas.

En la medida de lo posible he intentado darlo a conocer entre todos los discentes que han pasado por mis manos en innumerables sesiones de Ed. Física, dentro del ámbito escolar. 

Es un buen, desconocido y minoritario deporte que potencia y desarrolla a la par tanto la actividad física como el intelecto y la espacialidad. Perfecto, pues, para su aplicación dentro de la Educación Primaria.

La sensación que produce es como la de jugar a una especie de "Búsqueda del tesoro". El ir encontrando, poco a poco, cada una de las balizas o mensajes escondidos, destapa una motivación intrínseca que, tanto a niños como a mayores, nos hace disfrutar una experiencia atractiva.

Queda claro, por tanto, que la orientación no es otra cosa que buscar unos puntos, dentro de una espacio delimitado, con la única ayuda de un mapa. El camino hasta cada cada uno de esos lugares es de elección libre para el corredor. Es aquí donde entra en acción el apartado cognitivo mediante el uso de referencias, interpretaciones de signos, distancias y orientación espacial.

Hace unos días, por medio del facebook de Juanjo Alonso, observé que en la vecina comunidad madrileña, su Federación de Orientacion (FEMADO), había organizado una liga con quince pruebas puntuables de este novedoso deporte llamado OBM; Orienteación en Bicicleta de Montaña.

Me puse en contacto con él, para pedirle información, y muy amablemente me remitió a esta Federación. Él había participado ya en la primera jornada en la Casa de Campo; el segundo encuentro se realizaría en el Monte de El Pardo-Montecarmelo.

Tras informarme en su web y hacer una llamada al CDE Orientación Monte El Pardo, las condiciones eran claras. Dentro de la prueba no podía participar. Pero sí en una modalidad no competitiva, de promoción por parejas. Sin estar federado necesitábamos pagar 7,5€ cada componente, más una fianza de 35€ por usar un Sport Ident (chip utilizado para confirmar el paso por cada baliza) del que no disponíamos.

Avisé de la actividad a realizar al colectivo de compañeros de fatigas de Torrijos, a los cuales muchos les pareció interesante, pero el único que pudo acompañarme fue el infatigable e incombustible Santiago Fernández. 

Así pues, el sábado a las 9:30 estábamos en la zona de la Valla de El Pardo en busca de secretaría de la organización confirmando nuestra inscripción y preparándonos para la nueva actividad, desarrollada toda ella en un espacio de unos 12km2.


Mientras llegaba nuestro turno observábamos el curioso el artefacto que llevaban los participantes competidores instalado sobre el manillar de sus bicicletas para portar el mapa sin tener que usar las manos o la boca, como en infinitas ocasiones tuve que recurrir durante la jornada.

Todo era novedoso, la recogida del chip SpotIdent, los tramites de salida espaciada por turnos, el acceso secretaria-salida o meta-secretaría. Ojos y sentidos abiertos para captar todo tipo de informaciones.
Esperando el turno en la salida.
Iniciamos nuestra experiencia dispuestos a hacer el trámite de "limpieza" y "compobación" del chip en el área destinada, y a la espera del minuto de tiempo con los participantes antecesores. 

Plano en mano (que lo dieron con un minuto de antelación a la salida) comencé a interpretar todos y cada uno de los signos que en el papel se dibujaban. Previamente en casa había estudiado fotográficamente la zona mediante el Google Earht, para ayudarme en la orientación.

Al minuto tomamos la salida y partimos rumbo a la primera baliza, situada cerca de la Valla de El Pardo. El primer problema que nos surgió fue la interpretación de las distancias. El sentido estaba claro, pero aún era pronto para mecanizar la escala 1:15000. 
Mapa de la zona.
Santiago me propone que sigamos a un ciclista que se dirige en una dirección parecida a la nuestra, pero le explico que existen varias categorías y que cada una tiene un recorrido diferente. Es decir, que tal vez haya unas 30 balizas de las cuales nosotros solo tenemos que picar en 17, y por tanto es posible que veamos a gente picando en balizas de otras categorías que no nos correspondan a nosotros.

Aclarada la explicación, decidimos centrarnos solo y exclusivamente en nuestro mapa.

Las balizas están marcadas en el mapa con un circulo que en el terreno representa un radio de unos 15-20 metros. Por tanto una vez ubicados en el circulo, debíamos buscar las balizas blanqui-naranjas a nuestro alrededor junto a arbustos, árboles, paredes o pequeños huecos levemente ocultados.
Baliza en uno de los puntos.
La primera no fue difícil de encontrar, así como la segunda, ambas junto a la valla de El Pardo y escondidas entre retamas. A medida que avanzamos en la búsqueda de balizas, su ubicación comenzaban a hacerse más complicada. 

Para encontrar la tercera, nos separamos de esta valla para descender hasta  las proximidades del Arroyo de Valdecervero donde están ubicadas ésta y la cuarta baliza, muy próximas entre ellas.

Santiago me confirma que él sería incapaz de orientarse con tanta facilidad. Poco a poco va tomando uno de sus roles dentro de la pareja, que no es otro que el de avisarme del estado de los camino mientras ruedo observando el mapa redoblado confirmando el camino trazado en mi mente.

Para llegar al quinto punto, debemos ascender a uno de las zonas más altas del lugar. Desde allí podíamos divisar el espectacular skyline de la capital con sus imponentes rascacielos en nuestro horizonte.
Madrid, muy próximo, al fondo.
Bonita ubicación la de esta quinta baliza. Tras su comprobación, volvemos a observar el mapa en busca de la siguiente. Tiene trampa, se ubica tras un arroyo el cual parece imposible vadear pues está flanqueado por enormes zarzales. Es entonces cuando le explico a Santiago, que es muy importante estudiar el recorrido hasta el siguiente punto antes de ponernos a rodar. Después sobre la bici, simplemente es necesario echar vistazos rápidos para confirmar el recorrido elegido.

Llegamos a esta sexta baliza por un precioso sendero paralelo al Arroyo del Monte. 

Para buscar el próximo destino debemos volver sobre nuestros pasos. En el estudio de este nuevo tramo me percato de que el nuevo objetivo está situado en un alto, debido a la proximidad de curvas de nivel junto a la baliza.

Nos encontramos con más bikers por la zona que parecen no participar en esta competición. Es un lugar público y debido a la cercanía con la ciudad es muy frecuentado por ciclistas para realizar sus rutas mañaneras.

Mapa en la boca para realizar fuerza en el manillar y subir la fuerte pendiente para llegar a lo alto de lo que fue la subida más dura de la mañana. Es aquí donde Santiago toma un segundo papel, ayudar a encontrar la baliza dentro del radio de búsqueda estipulado en el mapa.
Santiago en una de las balizas.
Tal vez esta fuese la ubicación más compleja y difícil de la jornada que encontró mi compañero junto a un búnquer en la ladera de una loma. Allí marcho para picar y me encuentro con un grupo de jóvenes ajenos a la organización que me preguntan sobre la competición y me avisan de que soy el segundo en llegar . Pero esta información de poco me sirve, debido a las diferentes categorías participantes.

De esta séptima nos enviaba  la siguiente, de nuevo próxima al Arroyo de Valdecervero. Esto nos obligaba a subir cotas de nivel. De camino a ella nos encontramos una espectacular imagen de la sierra de Madrid completamente cubierta de nieve.

Es de nuevo Santiago el que vuelve a encontrar la baliza, en lo alto de una loma, escondida entre unas retamas.
Bonitas imágenes de la sierra nevada.
Volvemos a reinterpretación el mapa. Con las dobleces justas que me permiten adaptarlo para poder llevarlo en la mano sin molestar la conducción. Descenso rápido al arroyo y búsqueda de nuevo cerca de la valla de El Pardo. Baliza, esta novena, encontrada sin mucha dificultad.

Para llegar a la décima, tomamos un leve descenso y un fácil zigzagueo de caminos para llegar hasta ella. De nuevo de fácil búsqueda.
Picando en una de las balizas.
Es aquí donde se me plantea un nuevo reto, la siguiente baliza es la más separada de su antecesora y ademas sale del recinto natural para entrar en zona urbana, lo que conlleva cruzar la M-40 y la red de cercanías.

Eso me obligaba a pensar tranquilamente el largo trazado para que fuese lo más eficaz posible y no hacer kilómetros en vano.

En este tramo tomamos la máxima velocidad de la jornada. Debemos tener en cuenta que esta nueva disciplina sobre la bicicleta es muy diferente a las demás. El ritmo es muy discontinuo debido a la cantidad de veces que paras a picar balizas o para interpretar el mapa. Y la velocidad es mucho menor puesto que cuando llegas a las zonas de balizas debes ir muy despacio para no pasarte la ubicación exacta y poder encontrar el objetivo.
El plano redoblado y la pinza SportIdent. 
Un primer paso subterráneo bajo la M-40 y posteriormente otro sobre la línea férrea, nos saca a la urbanización Montecarmelo para encontrar la undécima baliza muy próxima al carril bici que forma parte del anillo verde de Madrid. 

En esta ocasión nos aprovechamos de la intuición de otro competidor, que en este caso buscaba la misma baliza.

Interpretando de nuevo el plano, nos obligaba a salir de la zona urbanizada para entrar en la parte rural. Utilizamos el carril bici para rodar paralelos a la vía del tren y encontrar un paso subterráneo que nos devolviese a los caminos de tierra. 

Un escondido sendero nos lleva de nuevo a orillas del Arroyo del Monte para encontrar la duodécima baliza, donde debemos desmontarnos de la bici para poder acceder a este lugar. El sendero nos saca a un camino principal para cruzar el arroyo. Digno de disfrutar. Pero en él casi tenemos un percance al cruzarnos de frente con un grupo de bikers de la modalidad de competición, ya que su agresividad y velocidad nos obligaron a echarnos a un lado con pie a tierra.
Bonitos senderos.
Para llegar al decimotercer punto debíamos ascender, pasar por el bonito tramo donde picamos nuestra quinta baliza y desviarnos hacia el norte entre una zona de olivos. Pero antes de llegar nos cruzamos por un precioso caballo montado por su jinete. Es una zona con muchos picaderos y yeguadas y estos caminos son muy transitados por equinos montados por sus propietarios, lo que nos hace extremar la precaución.

Encontramos nuestra baliza y en esta ocasión servimos de referencia para otra pareja que se aprovecha de nuestra intuición.

Para llegar al décimo cuarto lugar debemos cruzar de nuevo la vaguada del Arroyo de Vadecervero. Pero una vez abajo, tenía la sensación de estar desubicado. Perdemos uno poco de tiempo y tengo que echar mano del GPS para buscar referencias y poder situarme en el plano de la organización. Veo a lo lejos la pareja que había picado la baliza anterior junto a nosotros, subiendo por un camino que intuyo es también el nuestro. Seguimos tras ellos. Una vez cruzado el arroyo tomo varias referencias con las curvas de nivel del mapa y me sitúo definitivamente en él, ascendemos y giramos a la derecha para encontrar el objetivo. Solo quedaban tres balizas por hallar, estábamos acabando.
A penas a un par de kilómetros de la ciudad.
La nueva baliza se encuentra en las proximidades de un picadero. Tal vez el cansancio, o tal vez el ambiente de la zona me hizo despistarme de nuevo y perder mi ubicación en el plano. No conseguía situar las zonas verdes que indicaban terrenos privados. De nuevo, lo mejor era parar e invertir tiempo. Mi interpretación me indicaba que la baliza podía estar en lo alto de una loma a las espaldas del picadero. Una rampa corta pero muy empinada. Era simple intuición y las fuerzas ya flaqueaban. Debía subir para confirmar la opción. Afortunadamente allí estaba, encontrada.

Para llegar a la penúltima, debíamos zigzaguear y rodar un poco campo a través para encontrarla tras la ladera de una loma. Estaba echo, la última baliza nos encaminaba hacia la meta por una estrecha rodada que nos situaba en la definitiva baliza. De aquí a Meta sin problemas .
Llegando a la meta.
Lo habíamos conseguido, solo quedaba llegar a la secretaria para devolver el chip SportIden tomar una cocacola y retomar el coche para marchas a casa.

Bonita experiencia que me deja con ganas de más.

Gracias Santiago por acompañarme.  






2 comentarios:

  1. Sabía de la orientación a pie, por mi gran amigo, el "aventurero Torrijeño", Mariano Flores García, gran colaborador, del Club Ciclista Torrijeño. Muy interesante, vuestra nueva aventura.
    FELICITACIONES.
    Increíble lo de Santi Fernández...es un "Culo de mal asiento". Siempre dispuesto a todo. ! Qué vitalidad !
    Qué será lo próximo???. DAVID... Siempre innovando, y buscando cosas nuevas.
    Fdo ANGEL CARRILLO - Club Ciclista Torrijeño 2013

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  2. Es cierto Ángel, lo de Santiago es increíble. La verdad es que la experiencia fue bastante positiva e interesante. Además, no se nos dio mal, quedamos 2º de nuestra categoría jeje!! Lo próximo... pues ya tengo en mente otra cosilla, a ver si me coinciden las fechas. Te mando un correo para que lo veas.
    Un saludo y muchas gracias por escribir y participar muy activamente en el blog!

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