martes, 16 de octubre de 2012

Tábara-A Gudiña


ETAPA 4: TÁBARA-A GUDIÑA.
151km, 2001m d+.
Track para GPS

Suena el despertador. Hemos descansado fenomenal. Una breve ducha y a desayunar. Caras de cansados a la vez que ilusionados. Maletas preparadas y todo el mundo al autobús.

Los 20 minutos de Losacio hasta Tábara sirven para que Prieto y David muestren su satisfacción al grupo por haber solucionado el problema mecánico en el cambio de Prieto. Sus caras lo dicen todo y representan el sentimiento del grupo; ayuda, ilusión, ganas... Es curioso que, aunque estemos realizando el Camino de Santiago con un interés meramente deportivo, los valores del Catolicismo cristiano se hagan presentes en todo el grupo.

Montamos las bici, algunas casi tuvieron que ser desguazadas el día anterior para poder cerrar el maletero del bus. Una gasolinera cercana sirve de excusa para iniciar el día. Unos limpian sus bicis, otros inflan las ruedas, otros las engrasan. Todo un espectáculo.

Salimos de Tábara hacia el norte. Los caminos siguen siendo anchos pero algo más empedrados que por los que circulamos en la meseta castellana la jornada anterior.

En un entramado perfectamente ordenado de caminos, un hito de granito nos obliga a girar a la izquierda lo que produce que nos topemos con las obras del AVE. Una buena señalización nos desvía para evitar los posibles despistes y nos hace cruzar la carretera ZA-121. Siempre en sentido oeste.

La llanura de la comarca de Tábara, sitiada por los montes de la Sierra de la Culebra y el río Esla, estaba llegando a su fin. Muy cerca quedaban ya las rampas que el día anterior divisábamos a lo lejos desde los últimos kilómetros de la etapa.

Un nuevo giro brusco hacia el norte, bien indicado, nos pone la irremediable pendiente bajo nuestras ruedas. Poco a poco los campos de cultivo van dejando paso de nuevo al bosque bajo. Matorrales, enebros, encinas. El inconfundible olor a jara nos rodea. El esfuerzo nos obliga a abrir bien los pulmones, que se aprovechan de la frescura de la mañana.

El grupo se disgrega por primera vez. Cada uno pone su propio ritmo. Da igual, una vez arriba, nos reagruparemos para seguir todos juntos. El camino vuelve a descender hasta un arroyo y de nuevo asciende, ahora más suave. Nos encotramos en un pequeño y bonito valle donde no se observa ninguna edificación. Por momentos parece que estemos rodando por nuestros queridos Montes de Toledo. La orografía y la flora es exáctamente idéntica.

Aprovecho para hacer mis primeros pinitos como camara de GoPro. Eusebio me prestó el "juguetito" para sacar bonitas panorámicas. Pero entre esto, el GPS y las propias fotos que iba realizando con el móvil, parecía el "coche fantástico", y lo que es peor, no me dejaba disfrutar y conectar con el ambiente natural que me rodeaba.

Envuelto en estos pensamientos llegamos a Villanueva de las Peras. Donde realizamos una pequeña reagrupación. Lo curioso de este pueblo son las cuevas que tiene a su salida, enterradas bajo dos pequeñas lomas a ambos lados de la carretera.

Esta carretera, la ZA-120, es la que tomamos ahora para continuar nuestra andadura. Ella nos ayuda a salvar el tercer y último repecho de estos primeros kilómetros de la mañana. Con ello, conseguíamos así, hacer un quiebro a la Sierra de la Culebra para entrar en una nueva comarca, la del río Tera.

La nueva comarca llega acompañada de una nueva fisonomía en el paisaje, con grandes huertos y campos de cultivo de regadío. Llegamos pues a Santa Croya del Tera. Población por la que transitamos para llegar hasta el puente que cruzará el propio río que da nombre a la comarca.

Justo en la otra orilla, mirándose frente a frente con esta población, se encuentra Santa Marta de Tera. Aquí sí que tenemos una parada obligatoria para observar la que dicen es la imagen más antigua de Santiago peregrino. Se encuentra en el pórtico sur de su iglesia románica. Por esta razón es considerado como el símbolo del Camino Sanabrés.

Un polémico café, debido a la avanzada hora y los pocos kilómetros de la jornada; ayudado además por un nuevo pinchazo de Lorenzo en su bicicleta, hace que tomemos un paso ligero en los siguientes kilómetros.

En la salida de la localidad, tomamos rumbo oeste, por un camino paralelo al río Tera al que acompañamos por su rivera aguas arriba, por su margen izquierda.

Un entramado de caminos, senderos y pistas persiguen el cauce entre alamedas rectilíneas, cultivos de regadío y cantidad de vegetación de ribera que nos proporcionan una agradable sombra y un fresco ambiente húmedo para estas primeras horas de la mañana.

Justo antes de llegar a la carretera ZA-120 nos encontramos con una zona de recreo y acampada entre una alameda de repoblación que nos llama la atención.

Nos aprovecharemos del puente de esta carretera para cruzar el río y continuar por camino, ahora por el margen derecho. Un agradable ritmo, permite que el grupo marche agrupado. Rodamos protegidos del viento debido a las altas alamedas y campos de maizales. Una cómoda llanura que pronto acaba en la carretera que nos asciende hasta Calzadilla de Tera.

En esta localidad surge un problema mecánico a Pablo, y Valentín junto con Prieto y Adolfo se paran a solucionarlo. Por delante, continuamos el grueso del grupo hasta llegar a Olleros del Tera donde nos surge una bifurcación. El camino se divide para llegar al mismo lugar. Algunos aprovechan para charlar con una cicloperegrina, que ha parado por la misma duda.

Después de unos minutos de conversacón con la chica, la información es que iba sola, había salido de Sevilla y era inglesa. Por otro lado, la comunicación con el grupo de atrás nos hacía decidir seguir por el camino y no tomar la opción del asfalto. Continuamos pues por las flechas amarillas.

El camino hormigonado nos deja a las puertas del Santuario de Avaganzal. Unos metros antes habíamos adelantado a nuestra momentánea compañera inglesa.

Repentinamente, una subida rompe con la cómoda llanura que traíamos desde Santa Maria de Croya, hacía ya bastantes kilómetros atrás. El camino pica para arriba y nos encontramos con más cicloperegrinos con alforjas.

En lo alto de la subida, paramos para reponer oxígeno lo que permite que se establezaca conversación con los 5 peregrinos que habían comenzado su particular camino desde Zamora y sin coche de apoyo. Este respiro sirvió para agruparnos y comenzar un nuevo tramo, bastante bien diferenciado en su orografía con la comarca del Tera.

Este punto y a parte, lo ponía la espectacular presa del embalse de Ntra. Sra. de Agavanzal con las aguas del río Tera.
Rodando junto al Pantano de Agavanzal
Un espectacular paseo por piso de hormigón bordeando el pantano nos permite disfrutar de unas agradables  y tranquilas vistas. El embalse se encontraba bastante alto de agua lo que nos permitía rodar a escasos metros de ella.

Este recorrido nos deja en la pequeña, olvidada y bonita localidad de Villar de Farfón. A partir de la cual, el camino se separa del pantano para adentrarnos en unas suaves lomas por un bonito camino entre encinas.

Aquí de nuevo vuelve a pinchar Lorenzo hasta en dos ocasiones. El grupo decide ir avanzando mientras que el equipo mecánico resuelve el doble problema.
De camino a Riongro
Una pequeña bajada nos saca de este bonito paraje para llegar al pueblo de Rionegro del Puente. Desde aquí hasta llegar a Mombuey el grupo avanza dividido pero controlado. La salida de Rionegro nos envía paralelos a la autovía A-52, que en breve abandonaremos para seguir una cañada paralela a la N-525. Las fuerzas de algunos componentes comenzaban a flaquear y aún quedaba unos cuantos kilómetros para llegar a Puebla de Sanabria, lugar indicado para comer. Este tramo del camino por un páramo llano y seco, resultó ser algo pesado y monótono.

Al mirar en el GPS, observo que en el próximo pueblo hay una gasolinera. Allí haremos la reagrupación y aprovecharemos para comprar dulces y líquidos azucarados.

En la estación de servicio se formó un gran revuelo con nuestra presencia. Rápido repusimos fuerzas y continuamos nuestro camino hacia el centro del pueblo.

Un giro de 90 grados nos saca de la travesía principal para dirigirnos hacia la iglesia templaria de Mombuey, donde tras pasarla un nuevo pinchazo de Lorenzo empieza a acabar con su paciencia. De nuevo el grupo sigue adelante y algunos compañeros se quedan para solucionar el enésimo pinchazo del malafortunado Lorenzo.

El camino sale a un cruce con la N-525, que no debemos tomar, y con mucho cuidado de no confundirnos, coger el camino paralelo que sale a su izquierda. Tal vez fuese aquí donde Santiago y Juan Carlos perdiesen sus flechas al intentar conectar con el grupo de delante. Tuvieron que llegar a Puebla por la nacional.

Siguiendo el camino correcto, poco a poco nos iremos rodeando de robles que nos indica, casi sin darnos cuenta, que vamos cogiendo altura. Un giro brusco nos separa de la carretera nacional, nos obliga a cruzar la autovía y nos dirige a nu desvío provisional por la obras del AVE para llegar al Valdemerilla. Donde volvemos a reagruparnos.

Juntos rodamos hasta Cernadilla. Estamos cruzando pequeñas poblaciones y muy bonitas con preciosas decoraciones de sus fachadas con acertadas macetas con flores. Edificios de piedra que imponen gran tranquilidad.

A la salida de esta nueva población observo la rueda trasera de Lorenzo muy floja de nuevo. Dudo si decirle lo que mis ojos ven o callarme. Era como si se tratase de una broma de mal gusto. No se podía tener tan mala suerte. Algo pasaba y no nos estábamos dando cuenta. "Lorenzo, creo que llevas la rueda floja de nuevo".

- "¡Hasta aquí he llegado, paso de parar más, llama al bus y que venga a por mí! No quiero molestaros más", renegaba Lorenzo. Bastante había aguantado su paciencia la verdad. Pero las ruedas de su nueva bicicleta tenían un problema.

- "Ánimo Lorenzo, cuando lleguemos a Puebla de Sabaria a comer, hacemos tiempo y vamos a una tienda de bicis a cambiar las cámaras y las cubiertas".

El grupo de nuevo se dividió. Por delante marcharon unos y con Lorenzo quedaron otros. Valentín y yo fuimos en busca de los de delante.

Los dos solo pasamos por el bonito pueblo de San Salvador de Palazuelo, pero con tanta prisa que no nos permitió disfrutar de sus calles. Una larga bajada, unida de una pronunciada subida, nos permitio conectar con el grupo delantero. El camino en este tramo apenas lo disfruté, pero bien hubiese merecido un paseo más calmado. Zona de bosque bajo con el pantano de Cernadilla a nuestra izquierda del que apenas nos hicimos partícipes de su presencia.

Rápido llegamos a Entrepeñas y las fuerzas volvían a flaquear entre los compañeros. La tentación de la carretera nacional era muy fuerte para ellos. Para qué sufrir por los caminos si el asfalto es más cómodo y rápido. Eso sí, más peligroso y menos bonito. En este punto se buscaba la practicidad y eso fue lo que hicimos.

Valentín se llevó a Santos y Pablo por carretera. Jose Eugenio esperó a la salida de la localidad para unirse con los que venían por detrás y juntos ir también por la nacional en busca de los tres primeros. Y cinco locos nos aventuramos a hacer el recorrido puro hasta unirnos en Puebla de Sanabria. Mientras tanto Santiago y Juan Carlos iban de camino Dios sabe por dónde.

Así pues Manolo, Raúl, Javi, Tomás y yo. Decidimos seguir a las flechas amarillas. Por un desvío fuimos paralelos a la autovía para después cruzarla y pasar por las localidades de Asturianos, Palacios de Sanabria y Remesal. "Nada más pido; el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies" Rezaba una pintura en una fachada de esta localidad. Paramos junto al monolito conmemorativo del encuentro del rey Felipe con Fernando el Hermoso, y así aprovechar para preguntar a un oriundo la distancia hasta Puebla de Sanabria.

Precioso y espectacular tramo con continuos subeybajas, por senderos estrechos y corredoiras. El bosque se densifica y crea un techo natural sobre nuestras cabezas. Galicia estaba llamando a la puerta. Portugal comenzaba a quedar muy cerca. Algo estaba cambiando definitivamente. Cercos de piedra para el ganado. Helechos. Solos la naturaleza y nosotros.

Como por arte de magia la autovía irrumpe en nuestro camino. La cruzamos y volvemos a adentrarnos en el bosque. Nuevo sendero, ahora para más "inri", en un cómodo y divertido descenso. Lástima las fechas de agosto, que hacían amarillear los verdes frescos que en meses atrás debía poblar la zona.

Llegamos a Otero de Sanabria. En el pilón juegan los niños a cazar ranas. Tres tenían ya en sus poderes. Se nos hace tarde. El camino comienza a ser largo y no sabemos lo que nos queda. Preguntamos a los críos que no saben responder nuestras preguntas. Solo nos dicen que en coche son unos 10 minutos. El resto del grupo ya ha llegado. Nos llaman para informarnos de ello, pero nos esperan tomando unas cervezas.

De Otero a Puebla, solo hay que pasar por el enigmático pueblo de Triufé. La conexión se hará por una olvidada y rugosa carretera que traza una curva de herradura para salvar el arroyo "" con su consecuente ascenso hasta esta localidad. A partir de la cual iniciaríamos el continuo descenso hasta Puebla. Donde el resto de compañeros nos esperaban para comer.

Cerveza con Coca-Cola, sí, con Coca-Cola. Bocadillo de lomo con queso y un poco de "98 octanos" como diría el abuelo del grupo... Grande Santiago y su licor de hierbas.

La comida se alargó, vino bien para que Lorenzo y Prieto buscasen una tienda de bicicletas. Problema solucionado definitivamente hasta Santiago. Las cubiertas de la nueva bici de Lorenzo estaban mal acabadas y los pequeños hilos de alambre salían de la goma produciendo pinchazo tras pinchazo...

Reunión de directores de ruta. Quedaba lo más duro de la etapa. Dos puertos que nos harían cambiar de provincia y comunidad. Padornelo y Canda. La decisión fue unánime. Hasta A Gudiña por asfalto.

Siguiendo la estela del río Castro, aguas arriba, por el arcén de la N-525, llegamos hasta Requejo. Es aquí donde la circulación desaparece y la carretera aumenta su porcentaje de desnivel.

Pablo se plantea su retirada pero Pantoja se ofrece voluntario para subirlo empujándolo. Gran ejemplo, gran actitud. Todo, todo el puerto ayudando al príncipe de la expedición. Grande los dos, uno por el pundonor, el otro por la ayuda y los consejos desinteresados. Eso fue lo más importante de este ascenso. Ascenso que se partió en dos. Cada grupo a su ritmo. Se perdió belleza por deportividad. También apetecía un poco.

Las miradas hacia la izquierda nos llevaban a un profundo valle del río Castro, y en las alturas, los gigantes eólicos. Al frente, un asfalto inclinado. Pedalada a pedalada llegamos al túnel del collado.

"¡Uno más Tomás, uno más para la colección de tus puertos!"

Agrupación e inicio de descenso por la nacional, dejando Acíberos a nuestra izquierda. Adentrándonos en la garganta del río Pedro antes de llegar a Hedroso. La carretera prosigue su camino faldeando a media ladera mientras que el camino original desciende hasta lo más profundo del valle del río Tuela.

Pasamos por Lubían, y unos kilómetros más adelante se nos propone continuar por la nueva N-525, paralelo a la autovía. O continuar por la antigua N-525, que continua encaramada a la ladera zigzaguendo según las vicisitudes del terreno.

Optamos por esta segunda opción; mucho más solitaria, entrañable, tranquila y bonita elección. Sobre todo cuando llegamos al mirador del valle con la autovía y nacional a nuestros pies. En este punto del segundo ascenso paramos a hacernos unas fotos que además servía como excusa para recuperar fuerzas.
Mirador sobre el valle del Tuela
Un poco más adelante llegamos al collado que además es límite provincial y autonómico. Al fondo se divisaba el anterior puerto, el de Padornelo.Y entre ambos, un espectacular valle, el del río Tuela.

Una lástima no disfrutar de la belleza del camino original por la parte más baja del valle. Me consta que es un precioso sendero, rodeado de vegetación que parece absorber al caminante en el verdadero aurea del camino. Pero también me consta que tiene tramos muy complicados para realizar en bicicleta.
Valle del Tuela, al fondo el Collado de Padornelo.
Continuamos, ya en descenso por la antigua nacional hasta volver a tomar el trazado de la nueva carretera.
Atrás dejábamos Castilla. Y nos adentrábamos en la deseada Galicia.

El paso por A Canda, Vilavella y O Pereiro fue en rápido descenso. Cruzando hasta en cuatro ocasiones nuestro trazado con el de la A-52.

De O Pereiro a O Cañizo nos encontramos con dos leves lomas que, de no ser por el largo descenso, hubiesen prolongado la agonía de algún compañero en esta larga etapa.

A Gudiña estaba a la vista. Era la etapa más larga de todo el camino. Las ganas de llegar para descansar nos evitaba disfrutar de la bienvenida que nos estaba dando Galicia. Apenas un apéndice de13 kilómetros en los que el Camino de Santiago, tomó un carácter muy secundario. Además, una vez en el final de etapa, nuestro hotel se encontraba 5 kilómetros más allá, siguiendo la nacional. Era en descenso, pues directos al hotel. Ya al día siguiente retomaríamos estos 5 kilómetros para volver a coger el camino en A Gudiña, en ascenso.

Ducha. Descanso. Cerveza con limón y cena. La cena. La cena del camarero que escogió mal día para gastar bromas. Todos muy cansados pero el embrión estaba gestándose...

- "¡Mira More mi móvil. Es graciosísimo. Yo me parto con él!"

La verdad estaba tan cansado que cumplí con ver a penas 10 segundos del susodicho vídeo. Adolfo no era consciente de lo que estaba haciendo. Ni se imaginaba del mal que iba a crear al grupo ese peculiar vídeo.

Como ya dije en alguna ocasión, 20 hombres como críos de 12 años...

"¡¡¡Atención todo le mundo. Hay que tener mucho cuidado. Se ha escapado una cobra. Una cobra asesina, que te puede matar. Una cobra muy peligrosa [...]!!!"

Pincha aquí para ver el vídeo de la cobra Taka-taka (más adelante conocida como "La Impronunciable").

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